Auritz / Burguete 1936

Pegado al Valle de Erro, Burguete tuvo una vida política más intensa, quizás por su mayor entidad de población, 450 habitantes en 1930.
En enero de 1933 se constituyen a un tiempo la UGT y el Centro Republicano. Este último, sito en casa Ibáñez, estaba presidido por el médico Evaristo Pérez, al que acompañaban Trinidad Lander, Alfonso Larralde, Ramoni García, José Ruiz, Alejandro Ardanaz, Julio Urdíroz, Salvador Pedroarena y otros. La inauguración fue presidida por el «ciudadano Gobernador» y Ramón Bengaray la amenizó con varias jotas. La mayoría de ellos formaron Izquierda Republicana en 1934, disuelta en febrero de 1935 por falta de fondos.
En marzo de 1934 los nacionalistas abren su Euzko-Etxea en la panadería de Angel Loizu, formando la Junta Directiva Fermín de Oyarbide, Angel de Irisarri, Mauricio de Lapazuri, Joaquín de Cilveti y otros. La influencia nacionalista posibilitó los acuerdos municipales favorables al Estatuto de Autonomía Vasco.
Conseguir parcelas del común fue la máxima aspiración local de los socialistas. Con el voto favorable de los concejales Pedroarena, Ibáñez y Erro, el Ayuntamiento accede a la petición de la UGT para la roturación de 300 robadas, acuerdo éste que será insistentemente recurrido por la derecha local alegando el recorte a los pastos ganaderos. El 11 de enero de 1934 «el proletariado de este pueblo con los aperos propios de este trabajo se incautó legítimamente de sus parcelas en el terreno comunal» (noticia publicada en el periódico TRABAJADORES !!!.el 19 de enero de 1934) Era el primer objetivo conseguido por la UGT, pero no habría muchos más.
El comienzo de la guerra sorprendió a los vecinos de Burguete y obligó a una decena de ellos a pasar las cercanas mugas para evitar represalias y alistamientos forzosos.
Tras la clausura de los centros republicanos, abrieron el Círculo Carlista noviembre de 1936.
El hombre más perseguido fue, sin duda el médico Evaristo Pérez Luquin por su doble condición de forastero y dirigente republicano. Natural de Estella, en una primera detención fue conducido a Pamplona y poco después liberado. A las seis de la tarde regresó a Burguete desoyendo los consejos que le invitaban a pasar al otro lado de la frontera. Confiado en su inocencia prefirió quedarse con su mujer y tres hijos; esa misma noche detenido de nuevo, siendo fusilado posteriormente en Cadreita, en el tristemente célebre paraje de Valcaldera, el 23 de agosto de 1936; tenía 58 años.
Una familia de Burguete fue especialmente masacrada. Los cuatro hijos de Francisco Egia y Antonia Olaetxea, aunque naturales de Burguete, vivían en Pamplona. Constantino, Luciano e Isidoro estaban casados y con hijos. J. Bautista, de 30 años, permanecía soltero. Eran taxistas y mecánicos, de UGT. Entre agosto y octubre del 36 fueron fusilados los cuatro. Constantino, de 35 años, fue asesinado en las Bardenas el 23 de agosto de 1936; Isidoro fue fusilado en Cizur el 21 de septiembre, con 32 años; el día 22 le llegó el turno a Luciano, en el Perdón; y J. Bautista fue asesinado en Pamplona un día después, el 23 de septiembre

Testimonio de J.Y.G. Auritz / Burguete
‘Las tropas militares ocuparon el pueblo, destituyeron a algunos concejales repu- blicanos, Eusebio Ibáñez y Salvador Pedroarena, y al secretario, el nacionalista Faustino Irigaray, dando inicio a las detenciones. Trinidad Lander, Evaristo Pérez, Eusebio Ibáñez, Ramón García... Victorino Urdiroz Jauregui y cuatro de sus hijos, Julio, Gerardo, Gregorio y Juan Miguel, pudieron pasar a Iparralde.
Simón Urrutia, párroco, luchó y consiguió que salieran del Fuerte de San Cristóbal los presos de la localidad. El hotel “Burguete” de la familia Urdiroz fue ocupado por los militares, como otros edificios privados y públicos (casa Martinzurginarena, garaje de La Montañesa, Porkaxorena, garaje de Villa Teresa, Pelloski). La biblioteca de la familia Irigaray Errea fue purgada y los libros de carácter vasquista hechos desaparecer en pública hoguera. La rabia desatada contra la cultura vasca tuvo además desahogo en la persona que voluntariamente daba clases de euskera, Josefa Irigaray, a quien cortaron el pelo. La casa Martinzurginarena, donde nació Larreko, sufrió destrozos varios, entre ellos los lauburus del cabezal del fogón. También el cartel en hierro forjado de la casa que habitó el insigne escritor Herminio de Olóriz con la inscripción “Gora Euzkadi”, fue hecho desaparecer. Con todo, la peor parte se la llevó el médico Pérez Luquin. Un día antes de ser detenido fue advertido por los policías con los que estaba jugando a pelota para que huyera. Convencido en su fuero interno que no había razón para ello, desistió de aquella posibilidad, dando oportunidad a que se consumara la denuncia realizada por algunos vecinos contra él. Detenido, fue fusilado en Cadreita”.