Erroibar 1936

En el valle de Erro todavía en 1930 no había comenzado a acelerarse su despoblamiento, repartiéndose en sus 15 pueblos 2.260 habitantes, casi tres veces los actuales. Eso permitía cierta actividad política, aunque muy condicionada por la dispersión y el ambiente rural y conservador.
Con la República se pone en marcha en Erro la Casa del Pueblo ubicada en Casa Mantxa; impulsada por el maestro de Esnotz, Trinidad Huarte; Beriain, maestro de Erro; los maestros de Orondritz y el de Biskarreta, Rafael Olcoz e Ignacio Iriberri, vecinos de Erro, y Vicente Esnoz, vecino de Orondritz. Entre sus socios se agrupó en general la gente más necesitada, acudiendo a la misma vecinos de todos los pueblos del valle.
El centro carlista tenía su sede en casa del montero. Electoralmente mayoritario; le seguía en importancia un nutrido grupo de nacionalistas vascos perfectamente incrustados en el entorno euskaldun del valle. El Ayuntamiento de Erro votó a favor del Estatuto de Autonomía Vasco.
La ausencia de incidentes durante el período republicano redujo la represión posterior, pero no por eso la evitó. El terror se generalizó y muchos optaron por esconderse y algunos cruzar a! otro lado de la muga fronteriza. Ese fue el caso Rafael Oroz y Anastasio Urrutia, ambos de Erro, que posteriormente lucharon en el bando republicano, no teniéndose ya más noticias del primero. Luis Mª Saragüeta de Mezkiritz escapó de los nacionales antes de acabar la guerra; Felipe Errea y el hijo del maestro de Orondritz anduvieron por los montes de la zona sin ser detenidos a pesar de intensa vigilancia.
Nada más llegar el 18 de julio de 1936, el ejército del general Mola ocupó con diligencia los pueblos de la montaña para tener un control efectivo de la muga pirenaica.
El día 25 de julio el Ayuntamiento del valle se posiciona por una «España nueva, justa y grande» y se fija una gratificación a las personas que voluntariamente entreguen sus armas por la causa.
Al mes siguiente la Guardia Civil de Eugi «da cuenta de la actuación extremista del maestro nacional de Esnoz, Don Trinidad Huarte, al cual se le buscó íntimamente en su domicilio porque desapareció a raíz del movimiento».
El cabo de la Guardia Civil de Eugi, Julián Encabo dirige las operaciones de búsqueda y captura: Manuel Pérez, de Erro, fue detenido; Vicente Esnoz, el molinero, estuvo a punto de ser fusilado en San Cristóbal; Marcelino Nieva huyó en un principio pero luego permaneció largo tiempo en prisión; Manuel Subiza pagó muy caro haber sido nacionalista...
El citado cabo de la guardia civil era el encargado de arengar en los pueblos a la gente, propagando la nueva situación política e invitando, si se puede llamar así, a alistarse a los frentes.
Para poder salir del pueblo era necesario un salvoconducto previo en el que constaba la condición de «militante» (republicano) o «adherido» lo cual siempre causaba problemas a los no afectos al Movimiento cuando les exigían enseñarlo.
Concepción Urtasun, de Mezkiritz, consta en la lista de expedientes de incautación de bienes elaborada por la Comisión Provincial creada al efecto.
El clero tuvo una actuación irregular. Así, mientras el párroco de Ardaitz era nacionalista, el de Mezkiritz era un activo propagandista del carlismo, partido que aumentó su asentamiento en la zona con la apertura de nuevos Círculos.
El profesorado de las escuelas, de mayoría republicana, fue sustituido por otro de filiación derechista. Además de los escapados, la maestra de Zilbeti, Estefanía Otxoa y los maestros de Lintzoain, Andrés Maiza y Enrique Oquendo, fueron suspendidos de sus empleos. En el caso de Estefanía Otxoa, al parecer declarada republicana, el hecho de que un hijo suyo fuera movilizado por los nacionales y muriera en el frente más que probablemente le salvó de una suerte peor.

(Ba dago kontakizun bat, oso laburra baina erabat adierazgarria, orduko egoera nolakoa zen erakusteko. Erroko hiru herritar, Sauregi, Marterena, eta Txantxo, Aldaburun zeuden egurra ateratzen eta behiak aurrera joateko erraten zieten:
Aida! Aida!.
Orduan, inguruan zegoen soldadu batek (garai hartan Erron soldadu anitz zegoen mu gak gordetzen) erran zien oso serioski; «Pero es que no sabéis que está prohibido hablar en vasco!»).

En julio de 1939, tres meses después del fin “oficial” de la guerra, un hombre desconocido fue abatido en el monte de Zilbeti. El difunto Daniel Errea me contó cómo una noche fueron a buscarle a casa dos guardias (o carabineros, no recuerdo bien lo que me dijo) y le ordenaron ir con ellos al monte con una caballería. Dada la situación del momento, les acompañó, con bastante miedo y recordándoles que él no había hecho nada, sino al contrario, que había sido movilizado y había luchado con el Ejército Nacional en Teruel. Y llegados al lugar donde habían matado al fugitivo, lo cargaron en la mula y lo bajaron al pueblo. Ese desconocido, evidentemente un republicano fugitivo, a punto estuvo de lograr pasar a Francia; se quedó muy cerca, porque allí le alcanzaron los disparos de los guardias. Desde entonces está enterrado en Zilbeti, en el cementerio adosado a la iglesia, en una tumba sin nombre detrás del baptisterio.
De Zilbeti habría que recordar además el caso de Bautista, de Casa Ezponda, que huyó a Francia para evitar ser movilizado y enviado al frente. Allí tuvo que soportar las penalidades que también tuvieron lugar allí (ocupación nazi de Francia, detención a manos alemanas,...). Sólo pudo regresar años después de acabada la guerra, y para ello hubo de certificarse (lo hizo el cura) que no había participado en acciones políticas y que su huida no fue para unirse al otro bando, sino sólo para no ser movilizado. Daniel Errea y José Larrea fueron alistados forzosamente, y estuvieron en el frente en la zona de Teruel-Belchite. El ya citado hijo de la maestra fue movilizado y murió en la guerra, al igual que Miguel Olóndriz, de Casa Tanazarria, muerto en el frente en Vitoria.
No conozco datos de otros pueblos, pero seguro que también hubo movilizados forzosos, muertos y también voluntarios para el requeté, igual que en Zilbeti, pero no he podido contrastar datos. Como en casi todos los sitios de Navarra, la actitud del clero frente a la represión fue decisiva para que no se llegara a los niveles sangrientos de otras zonas. Si bien es verdad que el Pirineo tampoco sufría las convulsiones sociales del Sur, los curas evitaron en nuestra zona, en bastantes casos, males mayores.

“El miedo guarda la viña” Fidel Iturri, Lintzoain
Gerra hasi zelaik hasi ziren dena rekisatzen ta obligatzen ziguten bakoitzak ernatera aragia, bertze batzuk ardiek...
Sargento batzuk etorzen ziren ta kentzen ziguten ardiak, behiak ta denetaik. Delegatu bezala zegoen Aintzioako Jabier Matxe eraman zitun. Gero denbora puxkat buruen eskopetak eramateko eta ederki garbitu ta ederki untatuz olioz eraman nuen ta ez dut oraino ikusi. Eta
nik bezala bertzeek. Gero Iruñan subastatu zuten. Eugitik etortzen kabo bat, hor, apezain etxeko balkonetik egin zuen holako mitin bat... puf!... Beren aldera joateko eta I,ola.. Joan? Nola ez? Joder! ez bazinun joaten, bakizu, ez zinen haren aldekoa, ja! ta el miedo guarda la viña. Ja!

Muy buen articulo Carlilños, el relato de Daniel es lo que mas me ha gustado.
Tambien aprovecho para recordar a Bautista que para rato llegaria a imaginar que hablarian de el en un foro de internet, la verdad que desde txiki cuando me contaron todo lo que habia pasado siempre pense que ese hombre se merecia una pelicula o un libro. Que vida!!

Voy a meter aquí una serie de puntualizaciones. Naturalmente, habrá personas que igual tienen otros recuerdos de aquella época que podrían completar lo dicho, o cambiarlo en algunas cosas porque lo vieran de otra manera o recuerden cosas distintas.

Miguel Olóndriz y Gracián, el hijo de la maestra Estefanía Ochoa, se encontraban haciendo la mili cuando empezó la guerra; por ello, su movilización por parte del ejército fue automática. Ambos murieron muy al comienzo de la guerra, y ambos tenían 19 años.

De Zilbeti, no salieron voluntarios para el frente; sólo dos jóvenes, ambos naturales de Azagra, que habían llegado buscando trabajo y que estaban de criados en Casa Juandraz uno y en la Borda Iñaut el otro. Se fueron voluntarios con los falangistas.
Más tarde llegó la movilización de varios vecinos del pueblo; además de los ya dichos Daniel Errea y José Larrea, también fueron Felipe de Gorri, otro de Casa Izurdiaga, y otros más que no recuerdo. Un joven que estaba de criado en Casa de Urrutia, también movilizado forzoso, murió en el frente; fue el terecr muerto del pueblo. Los demás, volvieron.

Bautista de Ezponda huyó a Francia cuando fue también movilizado por el Ejército; y con él se fue Luis de Casa Etxeberri (por aclarar, hermano de Emilia); Bautista ya contamos que volvió, mientras que de Luis nunca más se supo nada.

Cuando estalló la guerra, había en el pueblo 5 carabineros, todos ellos declaradamente republicanos. Parece ser que tenían costumbre de sentarse por donde Casa de Anso y molestar con cánticos y gritos anticlericales e irrepestuosos las catequesis que el párroco, un tal Echenique, impartía a los críos (la catequesis se daba en el atrio). Al poco de empezar la guerra, una partida de falangistas vino a buscarlos y se los llevaba detenidos en un camión; su suerte parecía clara: una cuneta; pero el cura, Echenique, se interpuso y logró que los soltaran. Parece ser que a partir de aquel día iban a misa todos los domingos.

Por último, en diciembre 1946, en los montes de Mezkiritz, miembros de la Guardia Civil mataron a Antonio Millar, de Gijón, que intentaba fugarse a Francia.

jajajjaj simon io kreo k tienes toa la razon!!

Aunque espero proponer un tema sobre el euskara en Zilbeti, cómo no, claro je je, ahora os traigo un pequeño testimonio del aita, de mi padre, que está grabado en esta dirección, http://www.ahotsak.com/erroibar/pasarteak/erb-004-018/, y que tiene que ver con este tema. Resumiendo, dice esto:

Guardia zibilak etxera etorri, aita gela batean sartu eta estu hartu zuten jendea sala zezan. Baina aitak ez zuen inor salatu eta Zilbetin ez zuten inor hil.

Los guardias vinieron a casa, le metieron en una habitación al aita y le presionaron fuerte para que denunciara a personas. Pero el aita no denunció a nadie, y en Zilbeti no mataron a nadie.

En casa yo he escuchado cómo Martín Iribarren, mi aitatxi, era de mentalidad carlista, y también partidario de Franco, pero al ver las barbaridades que se hacían, y más con eso de que él tuviera que denunciar a personas y familias del pueblo para que les mataran, pues todo eso le hizo decepcionarse profundamente de la política, y en lo sucesivo nunca tomó partido ni se interesó por ningún bando. Y durante años en casa Anso no se podía hablar de nada de eso. Supongo que parecidas experiencias habrá en otras familias y en otros pueblos también eh.

Y ya que este foro sigue vivo, y eso me alegra muuuuxo, y hay buenos reporterossss je je, pues animaos y coged testimonios sobre este tema a l@s abuel@s que todavía quedan eh.